Los territorios Zápara y Shiwiar, en la amazonía ecuatoriana, se encuentran amenazados por la explotación petrolera. Ante un proceso inconsulto, el Estado ha puesto en subasta la totalidad de su territorio en la XI Ronda Petrolera. En la puja de esta macabra subasta, la empresa china Andes Petroleum Ecuador Ltd. consiguió la concesión de los bloques 79 y 83 que afectan a más de la mitad del territorio zápara y el bloque 86 está asignado a la empresa estatal Petroamazonas, que busca consorcio con alguna empresa extranjera, y pertenece al territorio zápara y shiwiar.
Estos mapas fueron elaborados para el trabajo en talleres en las comunidades, y superponen los bloques y campos petroleros a las comunidades y el territorio de ambas nacionalidades indígenas. Se trata de cartografía para la denuncia que tiene como fin esclarecer la dimensión territorial ante los discursos hegemónicos que tratan de minimizar o ridiculizar su verdadero alcance. Es espeluznante la elaboración de estos mapas, y ver cómo las bolsas de petróleo afectarían los ríos, la fuente de vida de las comunidades indígenas. Pero es incomparable respecto al miedo que provoca pensar que esas manchas marrones del mapa pueden ser el epicentro de la desgracia para la vida propia, de las personas que viven en las comunidades aledañas y de todo un pueblo.
La estrategia del Estado responde a la dinámica de escalaridad de la explotación petrolera, generando progresivamente un modelo de extracción que exige una fuerte inversión en infraestructuras y una hegemonía cultural, en el que el Estado ecuatoriano ha cobrado un gran protagonismo en este último periodo de desarrollo del capitalismo en el país. La explotación se extiende al sur de la amazonía ecuatoriana a través de la XI ronda petrolera en un momento de precios históricos del petróleo y de próximo agotamiento de los campos tradicionales del norte. La lógica territorial del capital trasnacional hace que estos nuevos campos petroleros puedan entrar a la exportación por Ecuador o por los oleoductos construidos al sur en Perú.
Las comunidades viven aterradas ante la posibilidad de que su territorio pase a tener dinámicas similares a las que sufre el norte de la amazonía, donde cuarenta años de explotación petrolera de Chevron-Texaco, las compañías estatales y otras empresas trasnacionales han mostrado la falacidad del mito del desarrollo en los territorios donde se extrae el petróleo. Y están siendo principalmente las mujeres quienes están enfrentando de una forma más decidida que se imponga este modelo depredador, tanto en sus comunidades como a nivel nacional, suponiendo un hito la marcha de mujeres amazónicas que llegó en octubre a Quito.
La cartografía elaborada es clara respecto a la escala de la posible afectación territorial de la extracción de petróleo en los territorios zápara y shiwiar: la necesidad de construcción de vías para llevar la infraestructura petrolera, la presencia de bolsas de petróleo bajo numerosas comunidades o la ubicación en las cabeceras de los principales ríos de estas nacionalidades muestran que falacias del desarrollismo extractivista como la tecnología punta o la afectación espacial del 1×1000 tratan de ocultar la devastación social, cultural, económica, ambiental o a la salud que provocarían la explotación de los bloques 79, 83 y 86 ya asignados a compañías petroleras.